Así pues, este gesto supone para mí un gran placer:
Durante más de cinco días, las mejores casas de vino de la región se concentran en la Münsterplatz (Plaza de la Catedral para poco entendidos en idioma germano). Las catas cuestan entre los dos y los cuatro euros por copa. La verdad es que después de dos días en dicha fiesta puedo considerar que la especialidad de la región está en los vinos blancos y rosados. Los tintos... ¿qué decir? Pues que viniendo de donde vengo, cuesta mucho sorprenderme. Curiosidad es ver un montón de alemanes bebiendo y degustando buen vino.
Todo hay que decir que esta región es una gran exportadora de este producto a la vez que Alemania importa millones de botellas de vino anualmente. El porqué de esta contradicción la encontraremos en dos factores. El primer factor es el poco valor que el vino tiene en una tierra cervecera, cosa que provoca que el vino extranjero sea más valorado. El segundo factor relacionado con el primero, es que los productores de vino alemanes, conocedores de la primera realidad dedican sus esfuerzos a la exportación de poco y muy buen vino. Saben que un alemán difícilmente va a gastar más de cinco euros en una botella de vino que no provenga de Francia, España o Italia pero que en estos países, la aceptación de vinos de calidad está en auge. Así que se esfuerzan enormemente en la creación de vinos de calidad para un mercado tan exigente como el mediterráneo.
Como última curiosidad, comentaros que el vino se lleva mucho aquí con el Rockabilly.
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